lunes, 30 de agosto de 2010

Prevenir es vivir

¿Qué hacer frente a las diferentes problemáticas psicosociales? Es la inquietud que más se manifiesta en los diferentes espacios donde interactuamos desde nuestro quehacer profesional y, a su vez, como actores de esta sociedad. Sin embargo, es llamativo que dichas inquietudes están enfocadas hacia el abordaje de casos y, por ende, desde la necesidad de un tratamiento, dejando la prevención en un segundo plano.

Esto puede deberse a que la prevención, por un lado requiere de procesos que arrojarán resultados a mediano y largo plazo y para lo cual nuestra cultura no está preparada, pues se necesitan resultados “YA”, y por el otro apunta a la modificación de relaciones de la vida cotidiana, que no son concebidas como riesgo, puesto que son situaciones aceptadas culturalmente, sin la conciencia de que pueden convertirse en realidades problemáticas para el individuo y su comunidad.

Nos encontramos con ámbitos donde existe la idea de hacer prevención, basada en acciones puntuales, desde una estrategia informativa en temas específicos y enfocados en mayor medida hacia la población adolescente, sin tener en cuenta que dicha estrategia puede convertirse en un factor de riesgo. El hecho de conocer las sustancias psicoactivas y sus posibles consecuencias, no limita la decisión de consumir, pues ello implica otros elementos socioculturales.

En este mismo sentido, se refuerza la idea de brindar información sobre sustancias ilegales, teniendo la idea de que son las sustancias nocivas, “malas”, además de pensar que ILEGAL igual a PROHIBIDO y que debe ser castigado, olvidando o desconociendo la relevancia que tienen las sustancias legales y socialmente aceptadas como el cigarrillo y el alcohol frente al inicio del consumo, pues son en la mayoría de casos la puerta de entrada hacia otros consumos, siendo este entonces, uno de los momentos apropiados para hacer prevención.

Existen igualmente otros ámbitos donde nos encontramos con acciones que tienen en su esencia el trabajo por el buen desarrollo de una comunidad y el mejoramiento de su calidad de vida, sin relacionarlos con procesos de cambio cultural que favorecen la prevención.

Es entonces cuando se convierte en una herramienta fundamental poder contar con lo que hoy se conoce como la prevención integral, siendo éste un enfoque que cuya intervención se basa en una mirada sociocultural de las problemáticas. Desde este enfoque, las acciones son construidas y desarrolladas desde los propios contextos, y por los propios actores, desde sus vivencias y formas de relacionarse.

Desde este enfoque, el énfasis de la acción social se encuentra en la construcción de redes de soporte social, a través de las cuales se pretende incidir en los contextos significativos, simbólicos y culturales de las personas y comunidades. Se busca promover condiciones personales y sociales propicias para encarar una vida con situaciones críticas (entre estas las prácticas y los usos que propician el consumo de sustancias psicoactivas) que quizás no son evitables, pero cuyas consecuencias sí es posible anticipar y superar.

En este orden de ideas, asumir un proceso de prevención desde este enfoque, requiere de una responsabilidad como colectivo y como individuos, para generar espacios de toma de conciencia frente a las fuerzas culturales que se mueven en cada contexto, con más probabilidad de crear cambios que nos permita ser más autores de una sociedad con proyectos de vida más incluyentes, siendo fundamental el fortalecimiento de redes y alianzas a nivel local, regional y nacional.







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