lunes, 30 de agosto de 2010

Un nuevo mundo, una nueva educación...

Con cada avance en la elaboración de los instrumentos de trabajo, la humanidad ha experimentado cambios sustanciales en la forma de ser, hacer, convivir. Nunca la humanidad fue la misma después del descubrimiento del fuego, del aza (necesaria para el desarrollo de la agricultura), la rueda, la máquina de vapor, la combustión…

Estamos en el alba de una nueva época que, seguramente, estará acompañada de cambios significativos en la forma en que somos, convivimos y, principalmente, en la forma en que hacemos las cosas. El descubrimiento del ordenador y los posteriores desarrollos en el tema del internet (instrumentos de trabajo), vienen cambiando el mundo de una forma tan rápida que, en ocasiones, no logramos percatarnos de sus implicaciones sociales.


 
La humanidad ha sabido edificar, incorporando los aprendizajes alcanzados en cada época. Sin embargo, dichos procesos no han estado exentos de crisis, conflictos y discontinuidades. El mundo que queda atrás suele negarse al olvido. Por tal motivo, no es de extrañar que nos encontremos agobiados por no saber qué hacer, y cómo ser, en esta actualidad.

Una de las principales crisis de estos tiempos es la función social de la educación. Educar, en situaciones de continuo cambio, acomodación y síntesis, no es una tarea fácil. Romper con las formas clásicas de enseñanza/aprendizaje propias de otros tiempos, útiles en antaño, es una tarea que genera inseguridad, temor, pero que nos abre el paso a la incertidumbre de lo nuevo y lo fresco.

Los roles, los métodos, las formas de educar, están puestas en vilo y demandan nuevas maneras de interpretación que posibiliten la incorporación de los avances obtenidos por la humanidad y dejen de lado aquello que nos impide seguir avanzando.

En ese sentido, el enfoque de competencias (1)logra integrar de forma vanguardista una visión más amplia e integral de los procesos de enseñanza/aprendizaje, preocupándose por los asuntos actitudinales, aptitudinales y del conocimiento, necesarios para vivir, comprendiendo la realidad y posibilitando su transformación.

La integralidad de este enfoque rompe con las lógicas propias de la educación clásica, sus roles (profesor), sus intereses y sus métodos.

Gracias al enfoque por competencias es posible incorporar de forma práctica y efectiva los nuevos desarrollos tecnológicos (internet, telefonía celular, etc), con los avances en pedagogía. Este enfoque hace posible que los conocimientos y las formas de aprender, que son productos sociales, se puedan construir, reproducir y aprender fácilmente de cara a la necesidad específica de cada individuo en particular.

León Felipe Alzate



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